La insuficiencia renal generalmente es diagnosticada cuando las pruebas de creatinina o nitrógeno ureico sanguíneo (BUN) y electrolitos, como el potasio son marcadamente elevadas en un paciente enfermo, especialmente cuando la oliguria (disminución del volumen urinario) está presente.
Si la causa no es evidente, es típicamente realizada una gran cantidad de análisis de sangre y de exámenes de muestras de orina para esclarecer la causa del fallo renal agudo. Es esencial una ultrasonografía médica del tracto renal para descartar la obstrucción del tracto urinario.
La biopsia del riñón puede ser realizada en la escena de la falla renal aguda para proporcionar un diagnóstico definitivo y a veces dar una idea del pronóstico, a menos que la causa esté clara y las investigaciones apropiadas sean negativas. Aunque debido a que el riñón es un órgano altamente irrigado, no todos los pacientes están en condiciones de soportar una biopsia renal (especialmente ancianos y en mal estado general).
El tratamiento más efectivo de la insuficiencia renal aguda es la prevención. En ciertas situaciones clínicas es posible prevenir el descenso de la filtración glomerular, como ocurre con el uso de aminoglicósidos o medio de contraste radiológico.
En la ausencia de sobrecarga de líquidos, típicamente el primer paso para mejorar la función renal es administrar líquidos intravenosos,
monitoreando constantemente para evitar sobrecarga hídrica, en dado caso está indicado administrar diuréticos. Las dos más serias manifestaciones bioquímicas de la falla renal aguda, la acidosis metabólica y la hipercalemia, pueden requerir tratamiento médico con la administración de bicarbonato de sodio y medidas antihipercalémicas, a menos que se requiera la diálisis.
Dr. José A. Pérez Sena,
médico-internista,
Fundación Dr.
médico-internista,
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