“Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor”. En el desarrollo de nuestra existencia hay dos caminos a elegir, el de los justos y el de los malvados. El problema es que hay malvados que se creen justos. Por tanto, se trata de un asunto donde interviene la conducta humana. Pero, lo importante es que el justo se presente como un árbol bien regado, lozano y frondoso, con una raíz bien profunda, y frutos abundantes, y no la inestabilidad que el viento se lleva.
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