Mi hijo adolescente

Como padres y madres muchas veces creemos que nacimos de la edad en la que estamos o, peor aún, que no pasamos por la adolescencia. Si asumimos estas posturas, se nos hace más difícil entender y lidiar con nuestros propios hijos o hijas adolescentes.

Es verdad que los tiempos cambian, es verdad que muchas cosas no son iguales que antes. Sin embargo, las edades, las hormonas y los intereses de los adolescentes, independientemente de las épocas, serán bastante similares.

Es por esto que debemos, como padres, estar siempre interesados en qué está pasado en las vidas de nuestros hijos, qué pueden estar pensando, de su mundo, y sobre todo, de los padres. SíÖ de los padres, ya que, en el mundo del adolescente, una cosa es la realidad y otra cosa es lo que piensan del mundo exterior, incluidos los padres.

He tenido experiencias con las charlas y cursos ofertados a través de los años, tanto a padres y madres como a los mismos adolescentes, y el sentir y las conclusiones son las mismas: madres y padres deben abrir sus oídos y aprender a escuchar lo que sus hijos les están diciendo.

Eso no quiere decir que tengan razón, eso no quiere decir que les complazcan en todo. Eso es, simplemente, que se les escuche, que los validemos, y que de la manera más asertiva que podamos, nos permitamos decir nuestras posiciones, aunque con ellas les estemos negando la petición propuesta por ellos.

Educar en amor, pero con límites
Los adolescentes, si se les ha llevado por un camino de justicia y amor, entenderán que si las decisiones o sanciones puestas son justas, estas serán apreciadas y valoradas. Sin embargo, si como padres, las decisiones y consecuencias no son justas, o son exageradas o incoherentes, la consecuencia será la falta de respeto.

No permitamos eso. Seamos padres amorosos, coherentes y con límites para nuestros vástagos. No somos llamados a ser los mejores amigos de nuestros hijos, somos llamados a ser sus padres.